El evangelio según Juan

El evangelio según Juan

    Índice

  1. Título
  2. Autor y Fecha
  3. Contexto histórico
  4. Temas históricos y Teológicos
  5. Retos de interpretación
  6. Bosquejo
  7. Referencias

Título

El título del cuarto Evangelio continúa el patrón de los otros Evangelios, siendo originalmente identificado como «Según Juan». Al igual que los otros, «El Evangelio» fue añadido más tarde.

Autor y Fecha

Aunque el nombre del autor no aparece en el Evangelio, la tradición de la iglesia primitiva fuerte y consecuentemente lo identificó como el apóstol Juan. El padre de la iglesia primitiva Ireneo (ca. 130-200 d.c,) fue un discípulo de Policarpo (ca. 70-160 d.C.), quien a su vez fue un discípulo del apóstol Juan, y él testificó en la autoridad de Policarpo que Juan escribió el Evangelio durante su residencia en Éfeso en Asia Menor cuando él era avanzado en edad (Against Heresies [Contra herejías] 2.22.5; 3.1,1). Después de Ireneo, todos los padres de la iglesia dieron por sentado que Juan era el escritor del Evangelio. Clemente de Alejandría (ca. 150-215 d.C.) escribió que Juan, consciente de los hechos establecidos en los otros Evangelios y siendo guiado por el Espíritu Santo, compuso un «evangelio espiritual» (vea Ecclesiastical History [Historia la de tradición la iglesia] de de la Eusebio 6.14.7).

Reforzando la idea de la iglesia primitiva hay características significativas internas del Evangelio. Mientras que los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas) identifican al apóstol Juan por nombre aproximadamente veinte veces (incluyendo paralelos), él no es mencionado directamente por nombre en el Evangelio de Juan. En lugar de esto, el autor prefiere identificarse a sí mismo como el discípulo «al cual Jesús amaba» (13:23; 19:26; 20:2; 21:7, 20). La ausencia de cualquier mención del nombre de Juan directamente es impresionante cuando uno considera la participación importante que tuvieron otros discípulos que son nombrados en este Evangelio. Sin embargo, la designación continua de sí mismo como el discípulo «al cual Jesús amaba», una evasión deliberada por parte de Juan de su nombre personal, refleja su humildad y celebra su relación para con su Señor Jesús. Ninguna mención de su nombre fue necesaria debido a que sus lectores originales claramente entendieron que él era el autor del Evangelio. También, a través de un proceso de eliminación basado primordialmente en un análisis del material en los caps. 20—21, este discípulo «al cual Jesús amaba» se reduce al apóstol Juan (p. ej. 21:24; cp. 21:2). Debido a que el autor del Evangelio es exacto en mencionar los nombres de otros personajes en el libro, si el autor hubiera sido alguien fuera del apóstol Juan, no habría omitido el nombre de Juan.

La condición anónima del Evangelio fuertemente refuerza los argumentos en favor de que Juan sea el autor, ya que solo alguien de su bien conocida y preeminente autoridad como apóstol podría ser capaz de escribir un Evangelio que fuera diferente de una manera tan marcada en forma y sustancia de los Otros Evangelios y haber recibido aceptación unánime en la iglesia primitiva. En contraste, los evangelios apócrifos producidos a mediados del siglo segundo en adelante fueron falsamente atribuidos a los apóstoles u otras personas famosas asociadas a manera cercana a Jesús, sin embargo universalmente fueron rechazados por la iglesia.

Juan y Jacobo, su hermano mayor (Hch. 12:2), eran conocidos como «los hijos de Zebedeo» (Mt. 10:24), y Jesús les dio el nombre de «Hijos del trueno» (Mr. 3:17). Juan fue un apóstol (Lc. 6:12-16) y uno de los tres asociados más íntimos de Jesús (junto con Pedro y Jacobo, cp. Mt. 17:1; 26:37), siendo un testigo ocular y participante en el ministerio terrenal de Jesús (1 Jn. 1:1-4), Después de la ascensión de Cristo, Juan se convirtió en un »pilar» en la iglesia de Jerusalén (Gá. 2:9). Él ministró con Pedro (Hch. 3:1; 4:13; 8:14) hasta que fue a Éfeso (la tradición dice antes de la destrucción de Jerusalén), desde donde escribió este Evangelio y desde donde los romanos lo exiliaron a Patmos (Ap. 1:9). Además del Evangelio que lleva su nombre, Juan también escribió 1, 2 y 3 de Juan y el libro de Apocalipsis (Ap. 1:1).

Debido a que los escritos de algunos de los padres de la iglesia indican que Juan estuvo activamente escribiendo durante su edad madura y que ya estaba consciente de los Evangelios sinópticos, muchos fechan el Evangelio en algún momento después de la composición es estos últimos, pero previo al momento en el que Juan escribió 1, 2 y 3 Juan o Apocalipsis. Juan escribió su Evangelio ca. 80-90 d.C., alrededor de cincuenta años después de que fue testigo del ministerio terrenal de Jesús.

Contexto Histórico

El hecho de que, de acuerdo con la tradición, Juan tenía conocimiento de los Evangelios sinópticos, es estratégico para el contexto histórico de su Evangelio. Al parecer, él escribió su Evangelio para hacer una contribución única al registro de la vida del Señor («un Evangelio espiritual») y en parte, para ser suplementario como también complementario a Mateo, Marcos y Lucas.

Las características únicas del Evangelio refuerzan este propósito: En primer lugar, Juan suplió gran cantidad de material único no registrado en los otros Evangelios. En segundo lugar, suplió información que ayuda a entender los acontecimientos en los sinópticos. Por ejemplo, que los sinópticos comienzan con el ministerio de Jesús en Galilea, implican que Jesús tuvo rio previo a este (p. ej. Mt. 4:12; Mr. 1:14). Juan suple la respuesta con información del ministerio de Jesús en Judea (cap. 3) y Samaria (cap, 4). En Marcos 6:45, después de la alimentación de Jesús hizo que sus discípulos cruzaran el Mar de Galilea a Betsaida. Juan registró la razón. Las estaban a punto de hacer rey a Jesús debido a su multiplicación milagrosa de alimento y Él evitando sus esfuerzos motivados erróneamente (6:26). En tercer lugar, Juan es el más teológico de los Evangelios, conteniendo, p, ej. un prólogo fuertemente teológico (1:1-18), mayores cantidades de material didáctico y de discurso en proporción a la narración (p. ej. 3:13-17) y la mayor cantidad de enseñanza del Espíritu Santo (p, ej. 14:16, 17, 26; 16:7-14). Aunque Juan conocía los sinópticos y moldeó su Evangelio teniéndolos en mente, no dependió de ellos para obtener información. Sino que más bien, bajo la inspiración del Espíritu Santo, utilizó su propia memoria como un testigo ocular al componer el Evangelio (1:14; 19:35; 21:24).

El Evangelio de Juan es el único de los cuatro que contiene una afirmación precisa del propósito del autor (20:30, 31). Él declara: «Estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre» (20:31). Los propósitos primordiales, entonces, son dos. evangelístico y apologético. Reforzando el propósito evangelístico está el hecho de que la palabra «creer» se usa aproximadamente cien veces en el Evangelio (los sinópticos usan el término menos dela mitad de esta cantidad). Juan compuso su Evangelio para proveer razones de la fe salvadora en sus lectores y como resultado, para asegurarles que recibirían el regalo divino de vida eterna (1:12).

El propósito apologético está relacionado muy de cerca al propósito evangelístico. Juan escribió para convencer a sus lectores de la verdadera identidad de Jesús como el Dios-hombre encarnado cuyas naturalezas divina y humana estaban perfectamente unidas en una persona quien era el Cristo («Mesías») profetizado y Salvador del mundo (p. ej. 1:41; 3:16′, 4:25, 26; 8:58). Él organizó su Evangelio alrededor de ocho «señales» o pruebas que refuerzan la verdadera identidad de Jesús llevando a la fe. La primera mitad de su obra se centra alrededor de siete señales milagrosas seleccionadas para revelar la persona de Cristo y producir fe: 1) agua convertida en vino (2:1-11); 2) la sanidad del hijo del hombre noble (4:46-54); 3) la sanidad del hombre paralítico (5:1-18); 4) la alimentación de la multitud (6:1-15); 5) caminand0 sobre el agua (6:16-21); 6) la sanidad del hombre ciego (9:1-41); y 7) la resurrección de Lázaro (11:1-57). La octava señal es la pesca milagrosa (21:6-11) después de la resurrección de Jesús.

Temas Históricos y Teológicos

De acuerdo con los propósitos evangelísticos y apologéticos de Juan, el mensaje general del Evangelio se encuentra en el 20:31: «Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios». El libro, entonces, se centra en la persona y obra de Cristo. Tres palabras predominantes («señales creer» y «vida») en el 20:30,31 reciben énfasis constante a lo largo del Evangelio para reforzar el tema de la salvación en Él, que es presentado por primera vez en el prólogo (1:1-18; cp. 1 Jn. 1:1-4) y se vuelve a expresar a lo largo del Evangelio de diferentes maneras (p. ej. 6:35, 48; 8:12; 10:7, 9; 10:11-14; 11:25; 14:6; 17:3). Además, Juan provee el registro de cómo los hombres respondieron a Jesucristo y la salvación que Él ofreció. En resumen, el Evangelio se enfoca en: 1) Jesús como el Verbo, el Mesías y el Hijo de Dios; 2) quien trae la dádiva de salvación a la humanidad; 3) quien acepta o rechaza el ofrecimiento.

Juan también presenta ciertos temas secundarios de contraste que refuerzan su tema principal. El usa dualismo (vida y muerte, luz y oscuridad, amor y odio, de arriba y de abajo) para comunicar información vital acerca de la persona y obra de Cristo y la necesidad de creer en Él (p. ej. 1:4, 5,12, 13; 3:1621; 12:44-46; 15:17-20). También hay siete afirmaciones de «‘YO SOY» enfáticas que identifican a Jesús como Dios y Mesías (6:35; 8:12; 10:7, 9; 10:11, 14; 11:25; 14:6; 15:1, 5).

Retos de Interpretación

Debido a qué Juan compuso su registro en un estilo simple y claro, uno puede tender a subestimar la profundidad de este Evangelio. Debido a que el Evangelio de Juan es un Evangelio «espiritual» (vea Autor y fecha), las verdades que él expresa son profundas. El lector debe explorar el libro en oración Y de una manera meticulosa) para descubrir la vasta riqueza de los tesoros espirituales que el apóstol, bajo la guía del Espíritu Santo (14:26; 16:13), ha depositado amorosamente en su Evangelio.

 El recuento cronológico entre el Evangelio de Juan y los sinópticos presenta un reto, especialmente con relación al tiempo de la Última Cena (13:2). Mientras que los sinópticos muestran a los discípulos y al Señor en la Última Cena comiendo la comida de la Pascua la tarde del jueves (Nisán -14) y Jesús siendo crucificado el viernes, el Evangelio de Juan afirma que los judíos no entraron al pretorio «para no contaminarse, y así poder comer la pascua» (18:28), Entonces, los discípulos habían comido la Pascua el jueves por la tarde, pero los judíos no. De hecho, Juan (19:14) afirma que el juicio y crucifixión de Jesús fueron el día de la preparación para la Pascua y no después de haber comido la Pascua; de tal manera que con el juicio el juicio y la crucifixión, el viernes Cristo de hecho fue sacrificado al mismo tiempo en el que los corderos de la pascua estaban siendo sacrificados (19:14). La pregunta es: «¿Por qué es que los discípulos comieron la comida de la Pascua el jueves?»

La respuesta se encuentra en una diferencia entre los judíos en la manera en la que contaban el principio y el final de los días. De Josefo, la Mishná y otras fuentes judías antiguas aprendemos que los judíos en palestina del norte calculaban los días de salida a salida del sol. Esa área incluía la región de Galilea, donde Jesús y todos los discípulos, a excepción de Judas, habían crecido. Al parecer la mayoría, si no es que todos, de los fariseos usaban ese sistema para contar los días. Pero los judíos en la parte sur, la cual se centraba en Jerusalén, calculaban los días de puesta a puesta del sol. Debido a que todos los sacerdotes necesariamente vivían en Jerusalén o cerca de ella, como la mayoría de los saduceos, estos grupos siguieron la forma del sur.

Esta variación sin lugar a dudas causó confusión en algunas ocasiones, pero también tenía algunos beneficios prácticos. Durante el tiempo de la Pascua, p. ej. permitía que la fiesta fuera celebrada legítimamente en dos días adjuntos, y así permitía que los sacrificios del templo fueran llevados a cabo en un período de cuatro horas en total en lugar de dos. Esta separación de días también pudo haber tenido el efecto de reducir tanto los choques regionales como religiosos entre los dos grupos.

A la luz de esto, las aparentes contradicciones en los relatos de los Evangelios son fácilmente explicadas. Siendo galileos, Jesús y los discípulos consideraban que el día de la Pascua había comenzado cuando salió el sol el jueves y que había terminado cuando salió el sol el viernes. Los líderes judíos que arrestaron y juzgaron a Jesús, siendo en su mayoría sacerdotes y saduceos, consideraron que el día de la Pascua comenzó a la puesta del sol del jueves y que terminó a la puesta del sol del viernes. Por esa variación, predeterminada por la provisión soberana de Dios, Jesús pudo legítimamente celebrar la ultima comida de la Pascua con sus discípulos y sin embargo, aún ser sacrificado el día de la Pascua.

Una vez más uno puede ver como Dios soberana y maravillosamente provee para el cumplimiento preciso de su plan redentor Jesús fue todo menos una víctima de los planes impíos de los hombres, mucho menos de la circunstancia ciega. Cada palabra que habló y cada acción que llevó a cabo fueron divinamente dirigidas y aseguradas. Aun las palabras y acciones de otros en contra de Él fueron divinamente controladas. Vea, p. ej. 11:49-52; 19:11.

Bosquejo

  1. La encarnación del Hijo de Dios (1:1-18)
    • Su condición eterna (1:1-2)
    • Su obra preencarnada (1:3-5)
    • Su testigo (1:6-8)
    • Su rechazo (1:9-11)
    • Su recepción (1:12, 13)
    • Su deidad (1:14-18)
  2. La presentación del Hijo de Dios (1:19-4:54)
    • Presentación por Juan el Bautista (1:19-34)
      • A los líderes religiosos (1:19-28)
      • En el bautismo de Cristo (1:29-34)
    • Presentación a los discípulos de Juan (1:35-51)
      • Andrés y Pedro (1:35-42)
      • Felipe y Natanael (1:43-51)
    • Presentación en Galilea (2:1-12)
      • Primera señal: agua convertida en vino (2:1-10)
      • Los discípulos creen (2:11, 12)
    • Presentación en Judea (2:13-3:36)
      • Limpieza del templo (2:13-25)
      • Al enseñar a Nicodemo (3:1-21)
      • Predicación de Juan el Bautista (3:22-36)
    • Presentación en Samaria (4:1-42)
      • Testimonio a la mujer samaritana (4:1-26)
      • Testimonio a los discípulos (4:27-38)
      • Testimonio a los samaritanos (4:39-42)
    • Presentación en Galilea (4:43-54)
      • Recepción por parte de los galileos (4:43-45)
      • Segunda señal: Al sanar al hijo del hombre noble (4:46-54)
  3. La oposición al Hijo de Dios (5:1-12:50)
    • Oposición en la fiesta en Jerusalén (5:1-47)
      • Tercera señal: Al sanar al paralitico (5:1-9)
      • Rechazo por parte de los judíos (5:10-47)
    • Oposición durante la Pascua (6:1-71)
      • Cuarta señal: Al alimentar a los cinco mil (6:1-14)
      • Quinta señal: Al caminar sobre el agua (6:15-21)
      • Discurso del Pan de Vida (6:22-71)
    • Oposición en la fiesta de los tabernáculos (7:1—10:21)
      • La oposición (7:1-8:59)
      • Sexta señal (9:1-10:21)
    • Oposición en la fiesta de la dedicación (10:22-42)
    • Oposición en Betania (11:1-12:11)
      • Séptima señal: Resurrección de lázaro (11:1-44)
      • Los fariseos planean matar a Cristo (11:45-57)
      • María unge a Cristo (12:1-11)
    • Oposición en Jerusalén (12:12-50)
      • La entrada triunfal (12:12-22)
      • El discurso acerca de la fe y el rechazo (12:23-50)
  4. La preparación de los discípulos por el Hijo de Dios (13:1-17:26)
    • En el Aposento Alto (13:1-14:31)
      • Al lavarles los pies (13:1-20)
      • Al anunciar la traición (13:21-30)
      • Discurso de la partida de Cristo (13:31-14:31)
    • Camino al huerto (15:1-17:26)
      • Al instruir a los discípulos (15:1-16:33)
      • Al interceder ante el Padre (17:1-26)
  5. La ejecución del Hijo de Dios (18:1-19:37)
    • El rechazo de Cristo (18:1-19:16)
      • Su arresto (18:1-11)
      • Sus juicios (18:12-19:16)
    • La crucifixión de Cristo (19:17-37)
  6. La resurrección del Hijo de Dios (19:38-21:23)
    • La sepultura de Cristo (19:38-42)
    • La resurrección de Cristo (20:1-10)
    • Las apariciones de Cristo (20:11-21:3)
      • A María Magdalena (20:11-18)
      • A los discípulos sin Tomás (20:19-25)
      • A los discípulos con Tomás (20:26-29)
      • Declaración de propósito del Evangelio (20:30-31)
      • A los discípulos (21:1 -14)
      • A Pedro (21:15-23)
  7. Conclusión (21:24, 25)


Referencias

La Biblia de estudios MACARTHUR. The MacArthur Study Bible, ©1997 por Word Publishing,
Autor y redactor general: Jhon MacArthur
Editorial Portavoz


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